Sanidad Canaria

17/09/2021

La medicina ha evolucionado mucho en las últimas décadas, como demuestra el gran aumento de la esperanza de vida. Estos avances han hecho que cambie también el perfil de los pacientes, sobre todos los de atención primaria y medicina interna. Como nos cuenta la Dra. María Dolores Martín Escalante -portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y jefa de sección de medicina interna en el Hospital Costa del Sol de Marbella-, enfermedades que antes acortaban la vida significativamente, ahora se han cronificado, lo que da lugar a pacientes con más enfermedades a la vez y más vulnerables.

 

Más longevidad, más cronicidad

En la actualidad hay muchos más enfermos crónicos que antes. ¿Quiere decir esto que enfermamos más? No, lo que significa es que la medicina ha avanzado y, enfermedades por las que antes moríamos, ahora son tratables. La cronicidad es, por tanto, “un logro colectivo por los avances sociales, científicos y tecnológicos. Estos avances han hecho que las enfermedades que antes nos mataban, ahora se tratan, pero NO se curan. Se convierten en enfermedades crónicas con las que convive cada paciente”, cuenta Mª Dolores Martín. Además, se estima que “las enfermedades crónicas se van agregando en una misma persona a medida que avanza la edad, de forma que, en los mayores de 80 años, su promedio es superior a 4”. Y es que, cuando aumentamos la longevidad, aumentan también las enfermedades asociadas a la edad y la probabilidad de enfermar, y de acumular enfermedades, “el 1,8% de la población es pluripatológico (dos o más enfermedades crónicas) y en el hospital el 36% de las altas de los servicios de Medicina Interna también lo son. Los ancianos nonagenarios ingresados eran una excepcionalidad hace 15 años y ahora lo son los centenarios. En Andalucía, en los servicios de Medicina Interna, en la última década, el número de ingresos ha aumentado un 22% debido, fundamentalmente al aumento de la población de 80 o más años, especialmente mujeres”, apunta.

¿Cuáles son ahora las enfermedades crónicas más comunes?

Hay muchas patologías en España que pueden calificarse de epidemia debido a la enorme incidencia que tienen. Hablamos, por ejemplo, de la hipertensión que afecta a casi el 40% de los adultos, la diabetes, la obesidad o las enfermedades cardiovasculares, que son las enfermedades crónicas que más nos encontramos hoy día, junto con pulmonares (EPOC), neurológicas, renales y neoplásicas.

No son infecciosas, pero sí silenciosas y, a la larga, muy peligrosas. La buena noticia es que, aunque el riesgo de padecerlas aumente con la edad, muchas de ellas están asociadas a factores de riesgo que se pueden prevenir, por eso, la Dra. María Dolores Martín Escalante insiste mucho en que “es preciso orientar nuestro sistema sanitario y enfocarlo a la prevención, porque muchas cronicidades son evitables mediante políticas sanitarias, sociales y económicas”.

¿Cómo son ahora los enfermos crónicos?

El perfil de enfermo crónico ha cambiado en los últimos años. Ahora, además de más numerosos, son de mayor edad y son más pluripatológicos o pacientes más multimorbilidad, es decir, que tienen más de una enfermedad. Otra característica es que son lo que se conoce como ‘pacientes crónicos complejos’, enfermos de difícil manejo que “sufren descompensaciones frecuentes, con múltiples asistencias sanitarias e ingresos, con dependencia, y, en muchos casos, son problemas sociales y emocionales, pues son más ancianos, vulnerables…”, puntualiza. Además, estos pacientes también tienden “al deterioro funcional y tienen una elevada mortalidad durante los ingresos (cercana al 20%) y durante el seguimiento clínico (36% al año y 50% a los 4 años)”. Además, como afirma Mª Dolores, es la pescadilla que se muerde la cola, pues “los ingresos hospitalarios van a disminuir su funcionalidad y los van a hacer aún más vulnerables”.

 

Han cambiado los pacientes, pero no es sistema

Uno de los grandes problemas que tiene el sistema sanitario, a juicio de la vocal de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), es que los pacientes han cambiado, pero la asistencia no, “pues son pacientes crónicos en un modelo pensado para atención a patologías agudas, que son los hospitales”. Y es que, en lugar de llevar a los enfermos crónicos a los hospitales, habría que alejarlos de ellos, tanto porque son un riesgo para ellos, como porque se consumen recursos innecesarios. “Un sistema sanitario fragmentado, las hospitalizaciones frecuentes y prolongadas y la polifarmacia llevan a estos pacientes a un mayor riesgo de iatrogenia (el daño que hace el contacto con la atención sanitaria), pérdida funcional y mortalidad prematura. Y todo ello está generando un consumo elevado de recursos, sin resultados en salud”, afirma.

 

¿Qué habría que hacer entonces? En palabras de Mª Dolores, “es imprescindible una atención global e integral de estos pacientes; y son la Medicina Interna y Medicina Familiar y Comunitaria las dos especialidades que espero que lideremos este cambio con más coordinación y más versatilidad”. Entre los cambios que se proponen existe un proyecto que, debido a la pandemia, tuvo que aparcarse, se trata de “crear hospitales de día en los que ver a estos pacientes con frecuencia, antes de que se agudicen, para evitar ingresos. Esto acompañado, por ejemplo, con llamadas regulares de un enfermero para comprobar su estado de salud y de información a los pacientes para que sean también partícipes de sus cuidados”. Para lograrlo habría que aprovechar al máximo las nuevas tecnologías, “que pueden contribuir a esta transformación asistencial, permitiendo los cuidados en casa, haciendo al paciente responsable de sus cuidados y favoreciendo la toma de decisiones compartida”.

Además, se debe tender más a valorar los pronósticos de esperanza de vida, “los que trabajamos con este tipo de pacientes hemos desarrollado una escala para ver el pronóstico -el índice PROFUND- que nos permite adecuar los tratamientos a la expectativa de vida. Entonces, si nos encontramos, por ejemplo, con un paciente que tiene un pronóstico de seis meses, a lo mejor lo que hay que hacer es darle calidad de vida. Si es de dos años, en cambio, habrá que hacer más cosas, intervenir más…”, concluye. 

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