Sanidad Canaria

17/02/2020

Una etiqueta biodegradable capaz de detectar el estado de descomposición de un alimento y alertar de cuándo ya no se puede consumir. Este es el último avance que ofrece el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández (PCUMH) a través de su startup Oscillum. El novedoso producto, que ha sido bautizado con el nombre comercial de SmartLabel, está compuesto por una mezcla de polímeros y sensores químicos. Los primeros son la matriz de la etiqueta y los que le confieren las propiedades mecánicas. Por su parte, los sensores químicos analizan los alimentos y son capaces de detectar moléculas producidas por la descomposición. De este modo, la etiqueta pegada al producto cambia de color en tiempo real en función del grado de descomposición que presenta el alimento, basándose en una escala de colores que va del amarillo al azul, con un tono verde intermedio, como se puede apreciar en la imagen inferior que acompaña al texto.

Actualmente la etiqueta es funcional para carnes y pescados y la firma biotecnológica ilicitana está trabajando para que se pueda aplicar en otros productos como frutas, verduras o lácteos. «Una de las grandes funciones que tiene el producto de seguridad alimentaria que estamos desarrollando es que evita el malgasto de alimentos», explica el CEO de la compañía, Pablo Sosa, un joven canario que llegó a Elche para cursar el grado de Biotecnología en la UMH, en cuyas aulas conoció a los dos compañeros con los que ha emprendido el proyecto.

55 kilos al año

Según el informe de la FAO correspondiente a 2019, cada español malgasta más de 55 kilos de comida al año, lo que supone siete toneladas de alimentos en el conjunto del país. De este malgasto, el 40% corresponde a carnes y pescados frescos, lo que suma 300 euros anuales en la cesta de la compra media. Estos datos ya demuestran el valor que tiene la etiqueta, al que hay que sumarle su segunda gran función, la relacionada con la seguridad. España cada año registra 400 brotes de intoxicación alimentaria relacionados con la higiene y la manipulación de los alimentos en los hogares, según el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

La etiqueta desarrollada en el PCUMH pretende ser un añadido a las fechas de caducidad en forma de información a tiempo real. «Hay carnes, por ejemplo, que pueden estar menos sabrosas, pero que uno las puede comer con seguridad. Se trata de elegir, quizá no la sirvas si tienes una cena especial pero la puedes comer al día siguiente con una salsa», añade Sosa. El CEO de la firma ilicitana también asegura que este tipo de etiquetas se pueden desarrollar en otra línea de investigación para las necesidades específicas de la industria alimentaria, relacionadas con los controles de calidad, las temperaturas o la cadena de frío que deben seguir los alimentos.

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